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"Señor Presidente, la protección de los derechos humanos es una de las señas de identidad de la Unión Europea, comunidad de valores en la que la persona humana y la defensa de la universalidad de sus derechos ocupan un lugar central.
El Tratado de la Unión destaca entre los objetivos de nuestra acción exterior el apoyo a la democracia y a los derechos humanos. Este no es un objetivo exclusivo, claro está, también hay otros, como dice el propio Tratado: los intereses de la Unión Europea, nuestra seguridad o nuestra independencia. Por consiguiente, necesitamos una política exterior inteligente y eficaz, capaz de integrar esos distintos objetivos y que tenga presente, lógicamente, el lugar principal, el lugar importante que ocupa la defensa de los derechos humanos.
Desde hace años vivimos importantes cambios, Señorías, en nuestras vecindades oriental y meridional. La llamada Primavera Árabe comenzó en Túnez con un grito desesperado precisamente en favor de la dignidad humana, de los derechos humanos. Hoy, el pisoteo de los derechos humanos y del Derecho humanitario tiene una expresión especialmente cruel en un país de esa zona, en Siria. Todos conocemos también los problemas de los numerosos ciudadanos sirios desplazados por el largo conflicto que vive el país.
En la vecindad oriental, estoy pensando en los casos de Bielorrusia —como hace la Resolución que mañana votaremos— o, desde luego, en lo sucedido en Ucrania. De la misma manera, África vuelve a ser escenario de dramáticos conflictos étnico-religiosos. Celebro la rápida intervención de las tropas francesas para evitar una masiva violación de los derechos humanos actualmente en la República Centroafricana, como ocurriera antes en Mali.
Me detendré también en el derecho a la libertad religiosa y de pensamiento. Es innegable la importante contribución de la herencia cristiana a la construcción de la Europa de hoy. Por ello no debemos tener complejo en defender a los cristianos que, en muchos lugares de Oriente Medio, de África y de Asia, se enfrentan a una intolerable falta de seguridad y son víctimas de la violencia.
Por último, señor Presidente, quisiera hacer referencia a la Asamblea de las Naciones Unidas del próximo año, que se reunirá para renovar los Objetivos de Desarrollo del Milenio. La lucha contra la pobreza debe seguir siendo un objetivo central, pero también hay que recordar el derecho al agua potable y al saneamiento, como exigió recientemente la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución del 18 de diciembre."@es2
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