Local view for "http://purl.org/linkedpolitics/eu/plenary/2006-10-24-Speech-2-013"

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"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que este es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que este es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@es20
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"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@cs1
"Mine damer og herrer, jeg vil nu, og jeg vil gøre det stående, komme med en erklæring om den såkaldte "ungarske opstand" i oktober 1956. Camus sagde, "at det slagne og underkuede Ungarn har gjort mere for friheden og retfærdigheden end en hvilken som helst anden europæisk nation i de sidste 20 år (…). I dagens isolerede Europa er den eneste måde, vi kan være Ungarn tro på, aldrig at svigte, hverken blandt os selv eller andetsteds, det, som de ungarske helte døde for, og vi må aldrig, ikke engang indirekte, retfærdiggøre det, der dræbte dem. Det bliver ikke let for os at vise os så meget opofrelse værdige. Men vi kan forsøge det ved at forene Europa igen, ved at glemme vores strid og ved at rette op på vores fejl, og vi skal mangedoble vores anstrengelser og vores solidaritet. I dag er det genforenede Europa faktisk parat til at opnå nye fremskridt og til at sprede den europæiske ånd endnu mere og bidrage til opbygningen af en verden, hvor frihed, solidaritet og fremgang er de elementer, der leder vores handlinger. Det skylder vi dem, der døde for at skabe et frit Europa. I dag er det et halvt århundrede siden, at det ungarske folk rejste sig mod det kommunistiske diktatur og mod en udenlandsk magts besættelse. Den 23. oktober 1956 gik ungarske universitetsstuderende på gaden i Budapest i protest mod den kommunistiske regering, og de fik hurtigt tilslutning fra borgere fra alle erhverv og samfundslag. Jeg bør nævne, at dette er min første barndomserindring om politik. På den tid fyldte det ungarske folks modstand nyhederne i mit land. Jeg kan huske, at vores lærer i skolen på et kort forklarede os om begivenhederne, stemmerne i radioerne og fotografierne i aviserne af brændte T-34-tanks i Budapests centrum. Det var sådan, at min fornemmelse for frihedskampen blev vakt. I to uger var der håb. Derefter tav radioerne, og der sænkede sig en fuldstændig tavshed, og bag denne tavshed var der tusindvis af døde og hundredvis af landsforviste. I nogen tid håbede de, der deltog i opstanden i Budapest, at vesten ville komme dem til undsætning, men sådan gik det ikke. I nogen tid lod man dem forstå, at det ville gå sådan. Vi så magtesløse til, hvordan tusinder af ungarere, mænd, kvinder og børn, flygtede fra deres land og søgte tilflugt i vesten. Det var en ubeskrivelig tragedie for det ungarske folk, men det var også den første revne i det sovjetiske system - en revne, der begyndte at vokse og endte med at vælte Berlin-muren - og det var utvivlsomt et stort øjeblik i landets historie. På daværende tidspunkt, ved udgangen af juni, oplevede man i Polen det såkaldte Poznan-oprør, hvor arbejderne på Cegielski-fabrikken krævede "brød og frihed", og det var et andet vigtigt tidspunkt i forbindelse med denne revolte. Der var uden tvivl en forbindelse mellem disse begivenheder. Under den ceremoni, der blev afholdt i år for at fejre begivenhederne i Poznan i 1956, sagde den ungarske præsident, Laszlo Sólyom, at "Poznan og Ungarn begge rejste sig mod den sovjetiske besættelse. Den 24. oktober 1956 gik ungarerne på gaden med bannere, hvor de havde skrevet "Poznan - Warszawa - Budapest"". Det var en kilde til inspiration for det, der skete senere, selv om der gik lang tid. Der gik lang tid, før foråret blomstrede i Prag i 1968. Der gik lang tid, før strejkerne i Polen i 1970, der endte med anerkendelse af Solidaritet, 10 år senere, som den murhammer, der væltede muren. Historien gentog sig i 1989. Ungarn og Polen lagde den første sten til genforening af kontinentet, og jeg vil gerne citere fra den tale, som Albert Camus holdt i 1957 i anledning af den første årsdag for den ungarske opstand."@da2
"Meine Damen und Herren! Ich möchte jetzt, und zwar stehend, eine Erklärung über die „Ungarische Revolution“ vom Oktober 1956 abgeben. Camus sagte: „Besiegt und in Fesseln geschlagen, hat Ungarn mehr für Freiheit und Recht geleistet als irgend eine andere Nation während der letzten zwanzig Jahre […]. In der Vereinsamung, in die Europa heute geraten ist, gibt es nur eines, den Ungarn die Treue zu halten: nie und nirgends in der Welt die Werte zu verraten, für die die ungarischen Kämpfer gefallen sind, und auch nie und nirgends, wäre es auch nur indirekt, das gelten zu lassen, was sie gemordet hat. Sich solcher Opfer würdig zu erweisen, fällt nicht leicht. Aber wir müssen es versuchen, müssen in einem endlich vereinigten Europa unsere Anstrengungen vervielfältigen, müssen unsere Streitereien vergessen und unsere Irrtümer beseitigen.“ Ein wiedervereinigtes Europa ist heute bereit, neue Fortschritte zu erringen und den europäischen Geist noch stärker zu verbreiten, um damit zur Schaffung einer Welt beizutragen, in der unsere Aktionen von den Grundsätzen von Freiheit, Solidarität und Fortschritt getragen werden. Dies sind wir jenen schuldig, die für ihren Glauben an ein freies Europa ihr Leben gegeben haben. Vor einem halben Jahrhundert erhob sich das ungarische Volk gegen die kommunistische Diktatur und gegen die Besatzung durch eine ausländische Macht. Am 23. Oktober 1956 gingen die ungarischen Studenten auf die Straßen von Budapest, um gegen die kommunistische Regierung zu protestieren, und sehr schnell schlossen sich ihnen Bürger aller Berufe und Sektoren der Gesellschaft an. Lassen Sie mich sagen, dass dies meine erste Kindheitserinnerung an die Politik ist. In jener Zeit waren die Nachrichten in meinem Land voll vom Widerstand des ungarischen Volkes. Ich weiß noch, dass uns unser Lehrer in der Schule auf einer Landkarte erläuterte, wo die Ereignisse stattfanden, ich erinnere mich an die Stimmen im Radio und die Fotos in den Zeitungen von ausgebrannten T-34-Panzern im Zentrum von Budapest. So habe ich zum ersten Mal den Begriff des Freiheitskampfes erlebt. Zwei Wochen hindurch gab es Hoffnung; dann schwiegen die Rundfunksender und es trat eine völlige Stille ein, und hinter dieser Stille wurden tausende ermordet und hunderte wurden des Landes verwiesen. Eine Weile hatten die Aufständischen in Budapest gehofft, dass ihnen der freie Westen zu Hilfe kommen würde. Er tat es nicht. Über eine bestimmte Zeit wurden sie in dem Glauben gelassen, er würde es tun. Wir sahen als machtlose Zuschauer zu, wie tausende Ungarn, Männer, Frauen und Kinder, aus ihrem Land flohen und im Westen Zuflucht suchten. Es war eine unbeschreibliche Tragödie für das ungarische Volk, aber es war auch der erste Riss im Panzer des Sowjetsystems – ein Riss, der wachsen und später zum Fall der Berliner Mauer führen würde – und es war ohne Zweifel ein großartiger Moment in der Geschichte jenes Landes. Damals, Ende Juni, fand in Polen die Erhebung von Posen statt, mit den Arbeitern des Cegielski-Werkes, die „Brot und Freiheit“ forderten, es war ein weiterer wichtiger Meilenstein jenes Aufruhrs. Diese Ereignisse standen zweifellos miteinander in Verbindung. Tatsächlich erklärte der ungarische Präsident, Laszlo Sólyom, bei der diesjährigen Feier zum Gedenken an die Ereignisse 1956 in Posen, dass „Posen und Ungarn sich gemeinsam gegen die sowjetische Besatzung erhoben hatten. Am 24. Oktober 1956 gingen die Ungarn mit Plakaten auf die Straße, auf denen ,Posen-Warschau-Budapest‘ zu lesen war“. Dies war eine Inspiration für die späteren Ereignisse, wenngleich es lange dauerte, bis sie eintraten. Es dauerte lange bis zum Frühling in Prag 1968. Es dauerte lange bis zu den Streiks in Polen 1970, die zehn Jahre später zur Anerkennung von Solidarnosc führten, die den Anschub für den Fall der Mauer gab. Die Geschichte wiederholte sich 1989. Ungarn und Polen legten den Grundstein für die Wiedervereinigung des Kontinents, und dies ist, wie ich meine, ein guter Zeitpunkt, um aus der Rede von Albert Camus im Jahre 1957 aus Anlass des ersten Jahrestags der ungarischen Revolution zu zitieren."@de9
"Κυρίες και κύριοι, θα ήθελα τώρα να κάνω μια δήλωση, και θα την κάνω όρθιος, σχετικά με την «Ουγγρική Επανάσταση» του Οκτωβρίου του 1956. Ο Καμύ είπε: «Η Ουγγαρία κατακτημένη και αλυσοδεμένη έκανε περισσότερα για την ελευθερία και τη δικαιοσύνη από οποιοδήποτε άλλο ευρωπαϊκό έθνος τα τελευταία είκοσι χρόνια […]. Στην απομόνωση της Ευρώπης σήμερα, έχουμε μόνο έναν τρόπο να μείνουμε πιστοί στην Ουγγαρία και αυτός είναι να μην προδώσουμε ποτέ, ούτε μεταξύ μας, ούτε οπουδήποτε αλλού, αυτό για το οποίο πέθαναν οι ούγγροι ήρωες και να μην συγχωρήσουμε ποτέ, ούτε καν έμμεσα, αυτό που τους σκότωσε. Θα ήταν πράγματι δύσκολο να σταθούμε αντάξιοι μιας τόσο μεγάλης θυσίας. Μπορούμε, ωστόσο, να προσπαθήσουμε να γίνουμε, ενώνοντας επιτέλους την Ευρώπη, ξεχνώντας τις διαμάχες μας, διορθώνοντας τα λάθη μας, εντείνοντας τις προσπάθειές μας και την αλληλεγγύη μας». Μια επανενωμένη Ευρώπη σήμερα είναι έτοιμη να σημειώσει περαιτέρω πρόοδο και να διαδώσει το ευρωπαϊκό πνεύμα ακόμη περισσότερο, συμβάλλοντας έτσι στη δημιουργία ενός κόσμου στον οποίο οι δράσεις μας καθοδηγούνται από τις αρχές της ελευθερίας, της αλληλεγγύης και της προόδου. Το οφείλουμε σε εκείνους που πέθαναν για την πίστη τους σε μια ελεύθερη Ευρώπη. Πριν από μισό αιώνα, ο ουγγρικός λαός εξεγέρθηκε εναντίον της κομουνιστικής δικτατορίας και εναντίον της κατοχής από μια ξένη δύναμη. Στις 23 Οκτωβρίου 1956, ούγγροι φοιτητές του πανεπιστημίου βγήκαν στους δρόμους της Βουδαπέστης για να διαμαρτυρηθούν εναντίον της κομουνιστικής κυβέρνησης και σύντομα ενώθηκαν μαζί τους πολίτες από κάθε επάγγελμα και κάθε κοινωνική τάξη. Πρέπει να σας πω ότι αυτή είναι η πρώτη παιδική μου ανάμνηση σχετικά με την πολιτική. Εκείνη την εποχή η αντίσταση του ουγγρικού λαού κυριαρχούσε στις ειδήσεις της χώρας μου. Θυμάμαι τον δάσκαλό μας στο σχολείο να μας δείχνει πού λάμβαναν χώρα τα γεγονότα στον χάρτη, τις φωνές στο ραδιόφωνο και τις φωτογραφίες στις εφημερίδες από τα καμένα άρματα μάχης T-34 στο κέντρο της Βουδαπέστης. Μου αφύπνισαν για πρώτη φορά την ιδέα του αγώνα για την ελευθερία. Για δύο εβδομάδες υπήρχε ελπίδα· μετά τα ραδιόφωνα σταμάτησαν και απλώθηκε απόλυτη σιωπή, και πίσω από αυτή τη σιωπή χιλιάδες σκοτώθηκαν και εκατοντάδες εξορίστηκαν. Για αρκετό καιρό εκείνοι που εξεγέρθηκαν στη Βουδαπέστη έλπιζαν ότι η ελεύθερη Δύση θα έσπευδε να τους βοηθήσει. Αυτό δεν συνέβη όμως. Για αρκετό καιρό, τους άφηναν να πιστέψουν ότι αυτό θα συνέβαινε. Παρακολουθούσαμε σαν ανίσχυροι θεατές καθώς χιλιάδες Ούγγροι, άνδρες, γυναίκες και παιδιά δραπέτευαν από την πατρίδα τους και αναζητούσαν καταφύγιο στη Δύση. Ήταν μια απερίγραπτη τραγωδία για τον ουγγρικό λαό, αλλά ήταν επίσης η πρώτη ρωγμή στην πανοπλία του σοβιετικού συστήματος –μια ρωγμή που θα μεγάλωνε και θα οδηγούσε στην πτώση του Τείχους του Βερολίνου– και ήταν αναμφισβήτητα μια σημαντική στιγμή στην ιστορία αυτής της χώρας. Εκείνη την εποχή, στα τέλη του Ιουνίου, η εξέγερση του Πόζναν στην Πολωνία, με τους εργάτες από το εργοστάσιο του Cigielski που απαιτούσαν «ψωμί και ελευθερία», ήταν άλλη μια σημαντική στιγμή σε εκείνη την περίοδο πολιτικής αναταραχής. Αυτά τα γεγονότα αναμφίβολα συνδέονται. Μάλιστα, κατά τη διάρκεια του εορτασμού που οργανώθηκε φέτος για την επέτειο των γεγονότων στο Πόζναν το 1956, ο ούγγρος πρόεδρος, Laszlo Sólyom, είπε ότι «το Πόζναν και η Ουγγαρία εξεγέρθηκαν μαζί κατά της σοβιετικής κατοχής. Στις 24 Οκτωβρίου 1956 οι Ούγγροι βγήκαν στους δρόμους κρατώντας πλακάτ που έγραφαν «Πόζναν – Βαρσοβία – Βουδαπέστη»». Αυτό αποτέλεσε πηγή έμπνευσης γι’ αυτό που συνέβη αργότερα, αν και άργησε πολύ. Άργησε πολύ, μέχρι που ήρθε η άνοιξη στην Πράγα το 1968. Άργησε πολύ, μέχρι τις απεργίες στην Πολωνία το 1970, οι οποίες οδήγησαν στην αναγνώριση της Αλληλεγγύης, δέκα χρόνια αργότερα, η οποία ήταν η αξίνα που γκρέμισε το τείχος. Η ιστορία επαναλήφθηκε το 1989. Η Ουγγαρία και η Πολωνία έθεσαν τον πρώτο λίθο της επανένωσης της ηπείρου και πιστεύω ότι αυτό είναι ένα καλό σημείο για να παραθέσω τα λόγια του Αλμπέρ Καμύ το 1957, με την ευκαιρία της πρώτης επετείου της Ουγγρικής Επανάστασης."@el10
"Ladies and gentlemen, I would now like to make a statement, and I shall do so standing, on the ‘Hungarian Revolution’ of October 1956. Camus said: ‘Hungary conquered and in chains has done more for freedom and justice than any other European people for twenty years […]. In Europe’s isolation today, we have only one way of being true to Hungary, and that is never to betray, among ourselves, or anywhere, what the Hungarian heroes died for and never to condone, even indirectly, what killed them. It would indeed be difficult for us to be worthy of such sacrifices. We can, however, try to be so, in uniting Europe at last, in forgetting our quarrels, in correcting our own errors, in increasing our efforts and our solidarity’. A reunified Europe today is prepared to make further progress and to disseminate the European spirit even further, thereby helping to create a world in which our actions are guided by the principles of freedom, solidarity and progress. We owe that to those who died for their belief in a free Europe. Half a century ago, the Hungarian people rose up against the Communist dictatorship and against the occupation by a foreign power. On 23 October 1956, Hungarian university students took to the streets of Budapest to protest against the Communist government and they were soon joined by citizens from all professions and sectors of society. I must tell you that that is my earliest childhood memory of politics. At that time, the news in my country was full of the resistance by the Hungarian people. I can remember our school teacher showing us where the events were taking place on a map, the voices on the radio and photographs in the newspapers of burnt-out T-34 tanks in the centre of Budapest. It brought alive in me for the first time the notion of fighting for freedom. For two weeks there was hope; then the radios stopped and a complete silence fell, and behind that silence thousands were killed and hundreds exiled. For some time those who rose up in Budapest hoped that the free West would come to their aid. It did not. For some time, they were led to believe that it would. We looked on as powerless spectators as thousands of Hungarian men, women and children fled their country and sought refuge in the West. It was an indescribable tragedy for the Hungarian people, but it was also the first chink in the armour of the Soviet system – a chink that would grow and would lead to the fall of the Berlin Wall – and it was undoubtedly a great moment in the history of that country. Around that time, at the end of June, the Poznan uprising in Poland, with the workers from the Cigielski factory demanding ‘bread and freedom’, was another significant moment in that upheaval. Those events were undoubtedly related. In fact, during the ceremony organised this year to commemorate the events in Poznan in 1956, the Hungarian President, Laszlo Sólyom, said that ‘Poznan and Hungary rose up together against the Soviet occupation. On 24 October 1956 the Hungarians took to the streets carrying placards reading “Poznan - Warsaw – Budapest”’. That was a source of inspiration for what happened later, although it took a long time. It took a long time, until the spring came in Prague in 1968. It took a long time, until the strikes in Poland in 1970, which led to the recognition of Solidarnosc, ten years later, which was the pickaxe that brought the wall down. History repeated itself in 1989. Hungary and Poland laid the first stone of the reunification of the continent, and I believe that this is a good point to quote from Albert Camus in 1957, on the occasion of the first anniversary of the Hungarian Revolution."@en4
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@et5
"Hyvät kuulijat, haluan nyt antaa seisaaltani julkilausuman lokakuun 1956 "Unkarin kansannoususta". Camus sanoi: "Valloitettu ja kahlehdittu Unkari on tehnyt vapauden ja oikeudenmukaisuuden puolesta enemmän, kuin mikään muu Euroopan kansa 20 vuoteen [...]. Euroopan nykyisen eristyneisyyden vuoksi meillä on vain yksi keino pysyä uskollisina Unkarille: emme saa koskaan omassa keskuudessamme tai muuallakaan luopua siitä, minkä vuoksi unkarilaiset sankarit kuolivat, emmekä koskaan hyväksyä edes epäsuorasti sitä, mikä heidät tappoi. Meidän olisi tosin vaikea kyetä tällaisiin uhrauksiin. Voimme kuitenkin edes yrittää sitä yhdistämällä vihdoinkin Euroopan, unohtamalla erimielisyytemme, korjaamalla omat virheemme, ponnistelemalla entistä kovemmin ja vahvistamalla solidaarisuuttamme." Nykyinen jälleenyhdistynyt Eurooppa on valmistautunut ottamaan uusia edistysaskeleita ja levittämään eurooppalaista henkeä vielä laajemmalle sekä samalla edistämään sellaisen maailman rakentamista, jossa vapauden, solidaarisuuden ja kehityksen periaatteet ovat toimintamme ohjenuora. Olemme tämän velkaa niille, jotka kuolivat vapaan Euroopan puolesta. Puoli vuosisataa sitten Unkarin kansa nousi kapinaan kommunistista diktatuuria ja vieraan valtion miehitystä vastaan. Lokakuun 23. päivänä 1956 unkarilaiset yliopisto-opiskelijat järjestivät Budapestin kaduilla mielenosoituksen kommunistihallitusta vastaan, ja heidän joukkoonsa liittyi pian kansalaisia kaikista ammatti- ja yhteiskuntaluokista. Kerrottakoon, että tämä on ensimmäinen politiikkaan liittyvä lapsuusmuistoni. Tuohon aikaan kotimaani uutisissa kerrottiin jatkuvasti Unkarin kansan vastarinnasta. Muistan opettajan näyttäneen meille koulussa tapahtumapaikan kartalta, ja muistan myös radiolähetykset ja sanomalehtien valokuvat palaneista T-34-panssarivaunuista Budapestin keskustassa. Ymmärsin ensimmäistä kertaa konkreettisesti vapaustaistelun merkityksen. Toiveikkuus kesti kaksi viikkoa. Sen jälkeen radiolähetykset loppuivat ja uutisointi hiljeni kokonaan, ja tuon hiljaisuuden aikana tuhannet saivat surmansa ja sadat pakenivat maasta. Jonkin aikaa Budapestin kapinoitsijat toivoivat vapaiden länsimaiden rientävän avukseen, mutta niin ei käynyt. Jonkin aikaa heille uskoteltiin, että ne tulisivat. Seurasimme voimattomina sivusta, miten tuhannet unkarilaiset miehet, naiset ja lapset pakenivat kotimaastaan hakien turvapaikkaa länsimaista. Tämä oli sanoinkuvaamaton murhenäytelmä Unkarin kansalle, mutta myös ensimmäinen särö neuvostojärjestelmän panssarissa – särö, joka kasvaessaan johti lopulta Berliinin muurin murtumiseen – ja epäilemättä merkittävä vaihe Unkarin historiassa. Toinen kansannousun kannalta tärkeä tapahtuma oli samoihin aikoihin, kesäkuun lopussa, Puolan Poznańissa järjestetty kapina, jossa Cegielskin tehtaan työntekijät vaativat "leipää ja vapautta". Nämä tapahtumat liittyivät epäilemättä toisiinsa. Tämänvuotisissa Poznańin vuoden 1956 tapahtumien muistojuhlallisuuksissa Unkarin presidentti László Sólyom itse asiassa totesi, että "Poznań ja Unkari nousivat yhdessä neuvostomiehitystä vastaan. Lokakuun 24. päivänä 1956 unkarilaiset marssivat kaduille kantaen kylttejä, joihin oli kirjoitettu "Poznań-Varsova-Budapest'". Tämä antoi alkusysäyksen myöhemmille tapahtumille, vaikkakin vasta pitkän ajan kuluttua. Aikaa kului ennen Prahan kevättä vuonna 1968. Aikaa kului ennen Puolassa vuonna 1970 alkaneita lakkoja, jotka johtivat Solidarność-liikkeen tunnustamiseen kymmenen vuotta myöhemmin. Tätä liikettä voisi verrata muurin hajottaneeseen hakkuun. Historia toisti itseään vuonna 1989. Unkari ja Puola ottivat ensimmäisen askelen kohti Euroopan jälleenyhdistymistä, ja nähdäkseni tämä on sopiva tilaisuus lainata Albert Camus'tä Unkarin kansannousun ensimmäisenä vuosipäivänä vuonna 1957."@fi7
"Mesdames et Messieurs, permettez-moi à présent de faire une déclaration, que je ferai debout, sur la «révolution hongroise» d’octobre 1956. Camus a déclaré: «La Hongrie vaincue et enchaînée a plus fait pour la liberté et la justice qu’aucun peuple depuis vingt ans [...]. Dans la solitude où se trouve aujourd’hui l’Europe, nous n’avons qu’un moyen d’être fidèles à la Hongrie, qui est de ne jamais trahir, chez nous et ailleurs, ce pour quoi les combattants hongrois sont morts, de ne jamais justifier, chez nous et ailleurs, fût-ce indirectement, ce qui les a tués. Nous aurons bien du mal à être dignes de tant de sacrifices. Mais nous devons l’essayer, dans une Europe enfin unie, en oubliant nos querelles, en faisant justice de nos propres fautes, en multipliant nos créations et notre solidarité». Une Europe réunifiée est aujourd’hui prête à aller de l’avant et à propager l’esprit européen dans une plus large mesure, contribuant ainsi à créer un monde dans lequel nos actes sont guidés par les principes de liberté, de solidarité et de progrès. Nous le devons à ceux qui sont morts pour avoir cru en une Europe libre. Il y a de cela un demi-siècle, le peuple hongrois s’est soulevé contre la dictature communiste et l’occupation par une puissance étrangère. Le 23 octobre 1956, des étudiants universitaires hongrois sont descendus dans les rues de Budapest pour protester contre le gouvernement communiste et ont bientôt été rejoints par des citoyens de toutes les professions et conditions sociales confondues. Je dois vous dire qu’il s’agit là de mon premier souvenir d’enfant concernant la politique. À l’époque, la résistance du peuple hongrois a fait la une des journaux de mon pays. Je me souviens de notre professeur nous montrant sur une carte où se déroulaient les événements, des voix à la radio et des photos dans les journaux des chars T-34 brûlés au centre de Budapest. C’est ainsi qu’est née en moi la notion de lutte pour la liberté. Pendant deux semaines, l’espoir a régné. Puis, les radios se sont tues et ont cédé la place à un silence de plomb, derrière lequel des milliers de personnes ont été tuées et des centaines d’autres exilées. Pendant un certain temps, les citoyens qui s’étaient soulevés à Budapest ont espéré que l’Occident libre leur viendrait en aide, mais cela n’a pas été le cas. Pendant quelque temps, on leur a fait croire qu’il le ferait. Nous avons été les spectateurs impuissants de la fuite de milliers de Hongrois, hommes, femmes et enfants, vers l’Occident en quête d’un refuge. Ce fut une tragédie indescriptible pour le peuple hongrois, mais aussi la première faille dans l’armure du système soviétique - une faille qui devait s’élargir et conduire à la chute du mur de Berlin - qui fut, incontestablement, un grand moment dans l’histoire de ce pays. Plus ou moins à la même époque, et plus précisément fin juin, le soulèvement de Poznan, en Pologne, au cours duquel les travailleurs de l’usine de Cegielski ont réclamé du «pain et de la liberté», a été un autre moment important de cette révolte. Ces événements étaient assurément liés. En fait, lors de la cérémonie organisée cette année pour commémorer les événements de Poznan de 1956, le président hongrois, Laszlo Sólyom, a déclaré: Poznan et la Hongrie se sont soulevées ensemble contre l’occupation soviétique. Le 24 octobre 1956, les Hongrois ont envahi les rues avec des affiches sur lesquelles était écrit «Poznan - Varsovie - Budapest». Ces événements ont servi de source d’inspiration à ce qui est arrivé par la suite, même si cela a pris du temps. Il a fallu beaucoup de temps avant que n’arrive le printemps de Prague, en 1968. De même, beaucoup d’eau a coulé sous les ponts jusqu’aux grèves de 1970 en Pologne, qui ont conduit à la reconnaissance de Solidarnosc, dix ans plus tard, véritable coup de pioche qui a fait tomber le mur. L’histoire s’est répétée en 1989. La Hongrie et la Pologne ont posé la première pierre de la réunification du continent et je pense que le moment est idéal pour citer le discours prononcé par Albert Camus en 1957, à l’occasion du premier anniversaire de la révolution hongroise."@fr8
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@hu11
"Onorevoli colleghi, vorrei fare ora una dichiarazione, e lo farò in piedi, sulla rivoluzione ungherese dell’ottobre 1956. Disse Camus: “Questa Ungheria sconfitta e incatenata, ha fatto per la libertà e per la giustizia più di qualsiasi altro popolo da vent’anni in qua [...]. Nella solitudine in cui si trova oggi l’Europa, il solo modo di essere fedeli all’Ungheria è non tradire mai, qui o altrove, ciò per cui i combattenti ungheresi sono morti, e non giustificare mai, foss’anche indirettamente, chi li ha fatti cadere. Non sarà facile essere degni di tanto sacrificio. Ma dobbiamo cercare di esserlo in un’Europa infine unita, dimenticando i nostri disaccordi, facendo giustizia dei nostri stessi errori, moltiplicando i nostri sforzi e la nostra solidarietà”. Oggi un’Europa riunificata è pronta a compiere nuovi progressi e a diffondere sempre più lo spirito europeo, contribuendo a creare un mondo in cui la libertà, la solidarietà e il progresso siano i principi che guidano le nostre azioni. Questo è ciò che dobbiamo a coloro che sono morti perché credevano in un’Europa libera. Mezzo secolo fa, la popolazione ungherese insorse contro la dittatura comunista e contro l’occupazione da parte di una potenza straniera. Il 23 ottobre 1956, gli studenti universitari ungheresi scesero in strada a Budapest per protestare contro il governo comunista, e furono presto raggiunti da cittadini di ogni categoria professionale ed estrazione sociale. Devo dirvi che questo è il mio primo ricordo d’infanzia legato alla politica. All’epoca, la resistenza del popolo ungherese inondava i notiziari nel mio paese. Ricordo il maestro a scuola indicarci sulla carta geografica il luogo in cui si svolgevano i fatti, le voci alla radio e le fotografie sui quotidiani dei carri armati T-34 incendiati nel centro di Budapest. In me si destò per la prima volta l’idea di lotta per la libertà. Per due settimane vi furono speranze; poi, le radio tacquero e si impose un silenzio di ferro, dietro al quale si celavano migliaia di morti e centinaia di esiliati. Per qualche tempo, gli insorti a Budapest sperarono che l’Occidente libero sarebbe accorso in loro aiuto, ma non lo fece. Per qualche tempo, si fece credere loro che lo avrebbe fatto. Fummo spettatori impotenti e osservammo migliaia di uomini, donne e bambini ungheresi fuggire dal loro paese e cercare rifugio in Occidente. Fu una tragedia indescrivibile per il popolo ungherese, ma fu anche la prima crepa comparsa nel sistema sovietico – una crepa che si sarebbe poi allargata, fino a far crollare il muro di Berlino – e senza dubbio fu un grande momento nella storia di tale paese. Nello stesso periodo, alla fine di giugno, la rivolta di Poznań, in Polonia, con i lavoratori della fabbrica che chiedevano “pane e libertà”, fu un altro momento significativo di quella insurrezione. Gli avvenimenti erano sicuramente collegati. Infatti, durante la cerimonia organizzata quest’anno per commemorare i fatti di Poznań del 1956, il Presidente ungherese, László Sólyom, ha affermato che “Poznań e l’Ungheria insorsero insieme contro l’occupazione sovietica. Il 24 ottobre 1956 gli ungheresi scesero in strada con cartelloni su cui si leggeva Poznań – Varsavia – Budapest”. Questi fatti furono fonte di ispirazione per ciò che avvenne dopo, anche se richiese molto tempo. Richiese molto tempo, fino al fiorire della primavera a Praga nel 1968, fino agli scioperi in Polonia nel 1970, che portarono al riconoscimento di dieci anni più tardi, il piccone che infine demolì il muro. La storia si è ripetuta nel 1989. L’Ungheria e la Polonia posero la prima pietra della riunificazione del continente, e penso che questa sia una buona occasione per citare il discorso pronunciato da Albert Camus nel 1957, in occasione del primo anniversario della rivoluzione ungherese."@it12
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@lt14
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@lv13
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@mt15
"Geachte afgevaardigden, dames en heren, ik wil nu een verklaring afleggen over de zogeheten ‘Hongaarse revolutie’ van oktober 1956, en dat zal ik staande doen. Camus zei: “Het onderworpen en geketende Hongarije heeft de afgelopen twintig jaar meer gedaan voor vrijheid en gerechtigheid dat enig ander volk ter wereld […]. In de huidige geïsoleerdheid van Europa hebben we maar één manier om trouw te blijven aan Hongarije: door nooit datgene te verraden waarvoor de Hongaarse strijders hun leven hebben gegeven, noch in onszelf, noch in anderen, en door nooit, zelfs niet indirect, datgene te rechtvaardigen wat hen heeft gedood. Het zal niet gemakkelijk worden om onszelf deze grote offers waardig te tonen. Maar we moeten het proberen in een Europa dat uiteindelijk verenigd zal zijn, door onze twisten te vergeten, door onze fouten te corrigeren, door onze inzet en onze solidariteit te vermenigvuldigen.” En vandaag is een verenigd Europa klaar om nieuwe vooruitgang te boeken en om de Europese geest in nog sterkere mate te verspreiden, om zo bij te dragen aan een wereld waar vrijheid, solidariteit en vooruitgang de elementen zijn die ons handelen leiden. Dat zijn we verplicht aan degenen die gestorven zijn omdat ze in een vrij Europa geloofden. Het is vandaag een halve eeuw geleden dat het Hongaarse volk in opstand kwam tegen de communistische dictatuur en tegen de bezetting door een buitenlandse macht. Op 23 oktober 1956 gingen Hongaarse studenten de straten van Boedapest op om te protesteren tegen de communistische regering, en al snel voegden burgers uit alle beroepen en lagen van de bevolking zich bij hen. Ik moet u zeggen dat dit mijn vroegste jeugdherinnering is die verband houdt met de politiek. In die tijd beheerste het verzet van het Hongaarse volk het nieuws in mijn land. Ik herinner me een leraar op school die ons de feiten uitlegde met behulp van een landkaart, de stemmen op de radio en de krantenfoto’s van de brandende T-34-tanks in het centrum van Boedapest. Voor mij betekende het dat ik me bewust werd van het begrip vrijheidsstrijd. Twee weken lang was er hoop; daarna zweeg de radio en daalde er een ijzeren stilte neer, waarachter zich duizenden doden en honderden bannelingen bevonden. De opstandelingen in Boedapest hadden nog enige tijd de hoop dat het vrije Westen hun te hulp zou schieten; dat bleek niet het geval. In het Westen had men hen enige tijd doen geloven dat dat wel zou gebeuren. We moesten machteloos toezien hoe duizenden Hongaren, mannen, vrouwen en kinderen, hun land ontvluchtten en een toevluchtsoord zochten in het Westen. Het was een onbeschrijfelijke tragedie voor het Hongaarse volk, maar het was ook de eerste scheur in het sovjetsysteem – een scheur die daarna zou groeien en uiteindelijk zou leiden tot de val van de Berlijnse Muur – en ongetwijfeld een groots moment in de geschiedenis van Hongarije. In datzelfde jaar, eind juni, vond de opstand van Poznań plaats, waarbij de arbeiders van de fabriek Cegielski “brood en vrijheid” eisten, ook een belangrijk moment in deze omwenteling. Deze beide gebeurtenissen hielden zonder twijfel met elkaar verband. Tijdens de ceremonie die dit jaar in Hongarije werd georganiseerd ter gelegenheid van de viering van de gebeurtenissen in Poznań, verklaarde de Hongaarse president, László Sólyom, dat “Poznań en Hongarije samen waren opgestaan tegen de Sovjetbezetting”. Op 24 oktober 1956 gingen de Hongaren de straat op met borden waarop geschreven stond: “Poznań-Warschau-Boedapest”. Dat vormde een inspiratiebron voor alles wat er later zou gebeuren, hoewel dat nog enige tijd op zich zou laten wachten. Dat zou nog enige tijd op zich laten wachten, tot in 1968 in Praag de lente uitbrak. Dat zou nog enige tijd op zich laten wachten, tot de stakingen in Polen in 1970, die uitmondden in de erkenning van Solidarnosc, tien jaar later, als de pikhouweel die de muur zou slopen. De geschiedenis herhaalde zich in 1989. Hongarije en Polen legden de eerste stenen voor de hereniging van het continent, en ik denk dat dit een goed moment is om te citeren uit de redevoering die Albert Camus in 1957 uitsprak ter gelegenheid van de eerste verjaardag van de Hongaarse revolutie."@nl3
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@pl16
"Senhoras e Senhores Deputados, gostaria agora, e vou fazê-lo de pé, de fazer uma declaração relativa à chamada «Revolução húngara» de Outubro de 1956. Disse Camus: «A Hungria vencida e acorrentada fez mais pela liberdade e pela justiça do que qualquer outra nação europeia nos últimos vinte anos (...). No actual isolamento da Europa, só temos um meio de permanecer fiéis à Hungria, e esse meio é não trair jamais, nem entre nós nem entre os outros, aquilo por que os combatentes húngaros morreram, e não aceitar jamais, nem sequer indirectamente, o que os matou. Não será fácil mostrarmo-nos dignos de tanto sacrifício. Devemos porém tentá-lo, unindo por fim a Europa, esquecendo as nossas diferenças, corrigindo os nossos erros, multiplicando os nossos esforços e a nossa solidariedade». Uma Europa reunificada está hoje preparada para registar novos progressos e para difundir o espírito europeu ainda em maior medida, contribuindo assim para a construção de um mundo no qual os princípios de liberdade, solidariedade e progresso pautem as nossas acções. É isso devemo-lo aos que pereceram por acreditar numa Europa livre. Há meio século, o povo húngaro levantou-se contra a ditadura comunista e contra a ocupação por uma potência estrangeira. No dia 23 de Outubro de 1956, estudantes universitários húngaros percorreram as ruas de Budapeste em protesto contra o governo comunista, e a eles rapidamente se juntaram cidadãos de todas as profissões e condições sociais. Devo dizer-lhes que esta é a minha primeira recordação de infância no que diz respeito à política. Naquela época, a resistência do povo húngaro invadiu as notícias no meu país. Lembro-me de o meu professor nos mostrar na escola, num mapa, o lugar dos acontecimentos, das vozes nas emissoras de rádio e das fotografias nos jornais dos tanques T-34 queimados no centro de Budapeste. Foi para mim o despertar para a noção de luta pela liberdade. Durante duas semanas houve esperança; depois, as rádios calaram e impôs-se um silêncio de ferro, atrás do qual houve milhares de mortos e centenas de exilados. Durante algum tempo, os que se sublevaram em Budapeste albergaram a esperança de que o Ocidente livre fosse em sua ajuda. Assim não aconteceu. Durante algum tempo, fez-se-lhes crer que assim seria. Assistimos, impotentes, à fuga de milhares de húngaros, homens, mulheres e crianças, do seu país, que procuravam refúgio no Ocidente. Foi uma tragédia indescritível para o povo húngaro, mas também foi a primeira fissura na blindagem do sistema soviético – uma fissura que viria a crescer e que acabaria por derrubar o Muro de Berlim – e foi, sem dúvida, um grande momento na história daquele país. Naquela época, nos finais de Junho, também na Polónia o levantamento de Poznań, com os trabalhadores da fábrica Cegielski a exigirem «pão e liberdade», foi outro momento importante daquela convulsão. Aqueles acontecimentos estiveram, sem dúvida, relacionados. Com efeito, durante a cerimónia organizada este ano para comemorar os acontecimentos de Poznań de 1956, o Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmou que « Poznań e a Hungria se sublevaram juntas contra a ocupação soviética. Em 24 de Outubro de 1956 os húngaros saíram às ruas com cartazes nos quais se lia " Poznań -Varsóvia-Budapeste"». Foi uma fonte de inspiração para o que viria a acontecer mais tarde, embora tenha demorado bastante tempo. Demorou bastante tempo, até que a Primavera floresceu em Praga em 1968. Demorou algum tempo, até as greves na Polónia em 1970, que levaram ao reconhecimento do Solidariedade, dez anos mais tarde, que foi a picareta que derrubou o muro. A história repetiu-se em 1989. A Hungria e a Polónia lançaram a primeira pedra da reunificação do continente, e penso que este é um bom momento para citar o discurso que Albert Camus pronunciou em 1957, por ocasião do primeiro aniversário da Revolução húngara."@pt17
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@sk18
"Señorías, señoras y señores, quisiera ahora, y lo voy a hacer de pie, efectuar una declaración relativa a la llamada «Revolución húngara», de octubre de 1956. Dijo Camus: «La Hungría vencida, encadenada, ha hecho más por la libertad y por la justicia que cualquier otra nación europea en los últimos veinte años [...]. En la actual soledad de Europa no tenemos más que un medio de permanecer fieles a Hungría: no traicionar nunca, ni en nosotros mismos ni en los demás, aquello por lo que los combatientes húngaros murieron, y no justificar nunca, ni siquiera indirectamente, lo que les mató. No será fácil mostrarnos dignos de tanto sacrificio. Mas hemos de intentarlo en una Europa unida al fin, olvidando nuestras querellas, enmendando nuestras faltas, multiplicando nuestros esfuerzos y nuestra solidaridad». En efecto, hoy una Europa reunificada está preparada para lograr nuevos avances y para difundir el espíritu europeo en mayor medida todavía, contribuyendo a construir un mundo donde la libertad, la solidaridad y el progreso sean los elementos que guíen nuestra acción. Eso es lo que debemos a los que murieron por creer en una Europa libre. En efecto, hoy hace medio siglo que el pueblo húngaro se sublevó contra la dictadura comunista y contra la ocupación por una potencia extranjera. El 23 de octubre de 1956, estudiantes universitarios húngaros recorrieron las calles de Budapest en protesta contra el Gobierno comunista, y a ellos se sumaron rápidamente ciudadanos de todas las profesiones y condiciones sociales. Debo decirles que éste es mi primer recuerdo de infancia relativo a la política. En aquella época, la resistencia del pueblo húngaro invadió las noticias en mi país. Recuerdo al profesor en la escuela explicándonos en un mapa el lugar de los hechos, las voces en las emisoras de radio y las fotografías en los periódicos de los tanques T-34 quemados en el centro de Budapest. Fue para mí el despertar a la noción de lucha por la libertad. Durante dos semanas, hubo esperanza; después, las radios callaron y se impuso un silencio de hierro, detrás del cual hubo miles de muertos y centenares de exiliados. Durante algún tiempo, los que se sublevaron en Budapest tuvieron la esperanza de que el Occidente libre acudiría en su ayuda; no fue así. Durante algún tiempo, se les hizo creer que así sería. Fuimos espectadores impotentes de cómo miles de húngaros, hombres, mujeres y niños, huían de su país y buscaban refugio en Occidente. Aquello fue una tragedia indescriptible para el pueblo húngaro, pero también fue la primera grieta que apareció en el sistema soviético –grieta que después tendría que crecer y que acabaría derribando el muro de Berlín– y, sin duda, un gran momento en la historia de ese país. Por aquel entonces, a finales de junio, también en Polonia la sublevación de Poznan, con los trabajadores de la fábrica Cegielski exigiendo «pan y libertad», fue otro momento importante de aquella revuelta. Aquellos acontecimientos estuvieron, sin duda, relacionados. En efecto, durante la ceremonia de celebración organizada este año para celebrar los acontecimientos de Poznan de 1956, el Presidente húngaro, Laszlo Sólyom, afirmaba que «Poznan y Hungría se alzaron juntas contra la ocupación soviética. El 24 de octubre de 1956 los húngaros se echaron a las calles con pancartas en las que habían escrito "Poznan-Varsovia-Budapest"». Aquello fue fuente de inspiración para lo que ocurrió después, aunque tardó tiempo. Tardó tiempo, hasta que la primavera floreció en Praga en 1968. Tardó tiempo, hasta las huelgas en Polonia en 1970, que desembocaron en el reconocimiento de Solidarnosc, diez años más tarde, como la piqueta que derribó el muro. La historia volvió en 1989. Hungría y Polonia pusieron la primera piedra de la reunificación del Continente, y creo que éste es un buen momento para citar el discurso que Albert Camus pronunció en 1957, con ocasión del primer aniversario de la Revolución húngara."@sl19
"Mina damer och herrar! Jag skulle nu vilja göra ett uttalande om den ungerska revolutionen i oktober 1956, och jag ska göra det stående. Camus sa: ”Ett besegrat Ungern i kedjor har gjort mer för frihet och rättvisa än något annat europeiskt folk har gjort på tjugo år […]. I Europas rådande isolering finns det bara ett sätt att vara Ungern trogen, och det är att aldrig förråda det som de ungerska hjältarna dog för, varken bland oss själva eller någon annanstans, och aldrig överse med det som dödande dem, inte ens indirekt. Det skulle verkligen vara svårt för oss att bli värdiga sådana uppoffringar. Vi kan dock försöka att vara det, genom att till slut förena Europa, genom att glömma våra strider, genom att rätta till vår egna fel, genom att öka våra ansträngningar och vår solidaritet.” Ett återförenat Europa står i dag redo för att ytterligare utvecklas och för att ytterligare sprida den europeiska andan, och därmed bidra till att skapa en värld där våra handlingar vägleds av principerna frihet, solidaritet och utveckling. Det är vi skyldiga dem som dog för sin tro på ett fritt Europa. För ett halvt sekel sedan gjorde det ungerska folket uppror mot den kommunistiska diktaturen och mot en utländsk makts ockupation. Den 23 oktober 1956 gick de ungerska studenterna ut på Budapests gator för att protestera mot den kommunistiska regeringen, och snart anslöt sig medborgare från alla yrkes- och samhällsgrupper till dem. Jag måste tala om för er att detta är mitt första politiska barndomsminne. Vid den tidpunkten var nyhetssändningarna i mitt land fyllda av rapporter om det ungerska folkets motstånd. Jag minns hur vår skollärare visade oss var händelserna utspelade sig på en karta, jag minns rösterna på radion och fotografier i tidningarna av brända stridsvagnar av modell T-34 i Budapests stadskärna. För första gången väcktes begreppet frihetskamp till liv inom mig. I två veckor fanns det hopp. Sedan stängdes radioapparaterna av och det blev helt tyst, och bakom denna tystnad dödades tusentals människor och hundratals personer landsförvisades. De som gjorde uppror i Budapest hoppades ett slag på att den fria västvärlden skulle komma till deras undsättning. Det gjorde den inte. En kort tid föranleddes de att tro att den skulle komma. Vi såg på som maktlösa åskådare medan tusentals ungerska män, kvinnor och barn flydde sitt land och sökte sin tillflykt i väst. Det var en obeskrivlig tragedi för det ungerska folket, men det var också den första sprickan i det sovjetiska systemets rustning – en spricka som skulle växa och som skulle leda fram till Berlinmurens fall – och det var utan tvivel ett viktigt ögonblick i detta lands historia. Omkring denna tidpunkt, i slutet av juni, blev upproret i Poznan i Polen, med arbetarna från Cigielskifabriken som begärde ”bröd och frihet”, ett annat betydande ögonblick i denna omstörtning. Dessa händelser hörde obestridligen ihop. Under den ceremoni som anordnades i år för att hylla händelserna i Poznan 1956 sa faktiskt den ungerske presidenten, Laszlo Sólyom, att ”Poznan och Ungern reste sig tillsammans mot den sovjetiska ockupationen. Den 24 oktober 1956 intog ungrarna gatorna, bärandes på plakat där det stod ’Poznan – Warszawa – Budapest’”. Det blev en inspirationskälla för det som skedde senare, även om det dröjde lång tid. Det dröjde lång tid, tills våren nådde Prag 1968. Det dröjde länge, fram till strejkerna i Polen 1970, som ledde till att fackföreningsrörelsen [Solidaritet] tio år senare erkändes, vilket blev den hacka som rev ned muren. Historien upprepade sig 1989. Ungern och Polen tog det första steget mot kontinentens återförening, och jag anser att det kan vara lämpligt att citera vad Albert Camus sa 1957, vid den ungerska revolutionens första årsdag."@sv21
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"(Aplausos)"5,19,15,1,18,14,16,11,13,20,17
"Cegielski"12
"El Presidente."5,19,15,1,18,14,16,11,13,20

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